lunes, 21 de marzo de 2016

Hola Primavera *que la sangre alteras*

La Primavera


Ayer empezaba una nueva estación, la de las flores y el buen tiempo, la que precede al verano pero también la de las alergias, los cambios de humor y los paseos con mascarillas para evitar respirar el polen que campa a sus anchas por las laderas de los ríos.



Para mí es una estación un tanto confusa y ayer lo demostró. ¿No se supone que es la época del buen tiempo, cuando empieza a calentar más el sol y los días cada vez son más largos?

Pues ayer fue un día de lluvia, hubo que cambiar los zapatos de pulsera por las botas (maridotornado sugirió que llevar a hijanumerouno con su vestido monísimo y las botas reforzadas de lluvia...en fin...). 

Los domingos son de por sí el día más oscuro de la semana (cuando te entra la desgana porque empieza una nueva semana de trabajo y prisas), cuando además de domingo es domingo de vuelta (vamos, de coger el coche y volver a cruzar el puerto para volver, con esa sensación de vivir "en tierra de nadie", no perteneces ni a un lugar ni a otro...) y si le sumas que era Domingo de Ramos, se convierte en un día con altas probabilidades de precipitaciones y tormentas (vamos, con el humor un tanto nublado, jejejeje).

El "Domingo de Ramos" es un día que me pone muy nerviosa, con todos sus protocolos (bendecir la palma, comida "familiar", estrenar para "no quedarte sin manos"...) y suelo pasarlo en tensión y con los nervios de punta.

En mi familia nunca fue tradición aunque mi abuela, que es mi madrina, sí que me daba el bollo y le llevábamos la palma (bueno más bien mi madre se ocupaba de eso). Pero cuando me casé con maridotornado todo eso cambió y descubrí un nuevo mundo para el que no estaba demasiado preparada, jajajaja.

Así pues desde hace unos 10 años, me he ido a acostumbrando a una nueva tradición que se repite todos los "Domingos de Ramos". La cosa se complica cuando tienes hijas porque se te vienen encima la búsqueda de modelo para ese día (para las niñas porque yo con ir peinada y sin manchas de mocos, me conformo), las inclemencias del tiempo (nunca sabes si hará frío o calor, lluvia o sol) y la tensión del día.

Ayer fue domingo, Domingo de Ramos, domingo de vuelta y comienzo de primavera, todo junto, todo en uno, oleeeeeee...

Yo creo que por eso, hijanumerouno decidió llorar por todo (por no poder llevar la silla de su hermana y su prima sí, por no poder comer calamares en su tinta aunque no le gustan, por querer ir con su prima y no poder porque había que volver a casa, pero luego acabar llorando ante la sola idea de mudarnos...), hijanumerodos decidió no dormir la siesta después de comer y celebrar una juerga interna que solo ella entendía, con lloros y lagrimones, risas histéricas y gritos ensordecedores para llamar a su hermana, "Laaa", "Laaa" (lo mejor de todo que no dejó en ningún momento de morder pan, no me preguntéis cómo lo hace pero es capaz de morder y gritar a la vez a su hermana) y maridotornado decidió que mejor se mantenía al margen (mi cara debía de ser de todo menos amigable y prefirió llenarse la boca de comida, saltándose la dieta, para evitar decirme nada y que le mordiera un ojo).

Mientras tanto yo... pues yo me fui viniendo poco a poco abajo, acabé cediendo a mover la silla a ver si se dormía hijanumerodos, a la vez que me sentía culpable por recaer en algo que tanto nos costó quitar (pero hoy lo veo de otra manera, no es tan grave, fueron 2 meneos y no sirvieron de nada), le grité a hijanumerouno más de la cuenta y la reñí por llorar (hoy me siento más culpable todavía porque precisamente llorar es algo que me ha costado mucho entender que no está mal, que sirve para desahogar... y me siento mal porque quiero que ella crezca con la seguridad de que es bueno tener emociones y aprender a manejarlas) y acabé tan cansada que casi pido a maridotornado que parase el coche en mitad de la montaña para bajarme (hijanumerouno se durmió pero hijanumerodos se puso en modo porculero - dícese de cuándo se pone a llorar y chillar por ratos, de manera discontinua, y cuando llegamos a casa, te mira, sonríe y te pone ojos de buena, como si no hubiera pasado nada...)

Peeeeeero, hoy es otro día, hoy sí que brilla el sol, hoy nos hemos levantado las 3 chicas y hemos desayunado juntas, mis hijas reían y mostraban sus caritas alegres como todos los días... Así que me consuelo porque a pesar de que en días como los de ayer, parezco la peor madre del mundo..., ellas saben perdonar y olvidar... y yo, pues yo respiro hondo, me tomo un café y recupero la perspectiva. 

Hay días malos, pero sin días malos no podríamos descubrir los días buenos.

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