miércoles, 16 de marzo de 2016

Historia de un sentimiento *emocionante*

Historia de un sentimiento *emocionante*

Mi hija mayor, mi queridísima hijanumerouno, mi mini-yo... tiene un don para percibir las emociones de los demás, parece adivinar que algo te pasa con solo mirarte la cara; es una detectora de sentimientos.
Ella no tiene edad para poner nombre a la complejidad del ser humano y sus sentimientos, para entender las emociones y la forma de gestionarlas.
Es pequeña para saber a qué se refieren los mayores con esas palabras sobre inteligencia emocional o para entender que las personas adultas tampoco son capaces de gestionarse en los buenos y malos momentos.
Es muy pequeña... ya aprenderá a controlarse... los niños grandes no lloran... ya crecerás y lo entenderás...
Muchas personas piensan que no son temas para niños o que deben aprender estas cosas por sí solos, que toda la vida los niños crecieron sin tener tanto cuidado con sus emociones, que ahora se ha puesto de moda...
Yo no creo que sea así...

Estando embarazada de esta pequeña criatura que se está convirtiendo en un ser muy especial, pensaba que cuando ella naciera, me tenía que convertir en la madre perfecta de las revistas y las películas (no me preguntéis por qué, pero incluso tuve una temporada en la que pensaba que debía tener el pelo largo, porque las madres lo tienen así, a pesar de que me encanta llevar el pelo corto... no sé, será cosa de las hormonas).
Pensaba cosas como:
Una madre tiene que dar siempre ejemplo a sus hijos, así que no puede llorar, no puede tener miedo, no debe flaquear, debe esconder estos signos de debilidad.
En realidad, ahora me doy cuenta, pensaba que estos signos de debilidad (llorar, tener miedo, expresar emociones y sentimientos) se debían esconder pero no solo porque me fuera a convertir en madre, también cuándo me iba a convertir en logopeda en busca de empleo, o en pareja, o en amiga...

Me ha costado entender que no son signos de debilidad, que las personas (adultas o pequeñas) debemos expresar nuestros sentimientos, nuestras emociones... ya sea hablando, escribiendo, cantando, saltando, llorando... o todo a la vez.


El día que comprendí, con ayuda lo reconozco, esta gran verdad, creo que me convertí en mejor madre. Me di la libertad necesaria para vivir mi maternidad con más tranquilidad y sinceridad.
No voy a decir que siempre lo consiga, me cuesta mucho expresar mis sentimientos en voz alta, decir lo qué me pasa. ¡Qué le vamos a hacer, soy más de gestionármelo por dentro! Pero lo importante es que lo intento.
Por eso decidí hace tiempo que nunca cerraría la puerta de mis emociones a mis hijas. Hijanumerodos es muy pequeña todavía pero no me oculto nunca de ella cuando tengo ganas de llorar. Hijanumerouno es lo suficiente mayor como para preguntarme "¿por qué tienes esa cara?" así que la considero lo suficientemente grande cómo para contestarle la verdad en cada momento.
Para mí es muy importante que entienda que, incluso las mamás, tenemos miedo y que no hay ocultarlo, hay que compartirlo.


Nos queda un largo camino juntas aprendiendo de qué va todo esto de las emociones, los sentimientos... Un aprendizaje de por vida.
No quiero que ella sea una copia mejorada de mí (cómo escuché una vez decir a una madre en un reportaje), no quiero que se controle o se convierta en lo que la sociedad espera de ella, no quiero evitarle sufrir de pequeña para que el día de mañana no sepa cómo actuar cuándo le dañen...
Sólo espero aprender juntas de la mano, tan parecidas en este aspecto, que:
 somos seres emocionales y viscerales y que en este mundo hay cabida para todos los tipos de persona




2 comentarios:

  1. Justo hoy la peque me preguntó:mamá.tu tienes miedo??sí hija, mama alguna vez tiene miedo...

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    1. Como para no tener miedo, jijijij, en este mundo loco...

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