viernes, 29 de septiembre de 2017

Quién se divierte nunca deja de aprender

Aprendiendo jugando o jugar aprendiendo.
Siempre he tenido muy claro que mi profesión es vocacional, que me gusta lo que hago y que disfruto trabajando.
No todo es de color de rosa como el globo. Hay momento en que vivo enterrada debajo de papeles, hojas de Excel, bases de access e incidencias varias.
La parte más bonita de mi trabajo es cuando me pongo la careta de payaso, las pompas vuelan a mi alrededor y mi sonrisa se ensancha hasta hacerme doler la cara.
No calzo tacones ni vestidos o americanas, muchas veces no llevo joyas y otras collares extrafalarios para "llamarles" la atención.
No siempre tengo respuestas ni buen humor, a veces ando corriendo por el pasillo y otras suspirando para coger impulso.
Yo trabajo jugando, charlando o escuchando.
Trabajo con mis manos para signar, mis brazos para abrazar y mis labios para cantar.
A veces leo cuentos, otras me los invento, siempre estoy investigando, intentando rizar el rizo.
He perdido la cuenta de los cuadernos con "ideotas" y la carpeta de documentos "de consulta" ya no aguanta más.
Siempre he tenido claro, desde la carrera, que me haría mayor sentada en el suelo o a la altura de un niño....
Hay días que no me imagino llegando a mayor así, y otros en que me digo que no podría ser de otra manera.
Esta semana ha sido muy dura, una más de tantas y cuando estaba en plena vorágine, con más ansiedad que tiempo, alguien me dijo: "me encantas, porque siempre transmites calma, siempre tienes una sonrisa y un minuto para regalar".
Despido esta semana jugando o aprendiendo según se mire.
Adiós semana, adiós Madrid de un día.
Me vuelvo a casa con La Bolsa de purpurina y los apuntes en mi mochila.

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