domingo, 6 de agosto de 2017

La "morrińa"

Existe un momento cuando viajas por la autopista en la que se juntan el mar y la montaña, donde se une el verde y el azul, un lugar donde afloran los recuerdos y aparece la "morrińa".

Cuando me fui de casa, a vivir una nueva etapa de mi vida "mar adentro", lo hice sin mirar atrás. Cogí el autobús y mi maleta, crucé las montañas y cambié los días de lluvia por los días de sol. Lo que más escuchaba los fines de semana era eso de "tendréis mucho calor, eh?!" Y por semana lo de "lo que más echarás de menos es el mar, eh?!"
Durante años mantuve lo mejor de mi tierra presente, viajaba con la maleta los fines de semana que llenaba con recuerdos y cariño para toda la semana. Hasta que la vida mar adentro comenzó a atraparme y hubo que romper las cuerdas invisibles que me ataban pero nunca he sentido tristeza ni he mirado para atrás cuando cruzaba las montañas ni pensaba en lo que podía haber sido y no fue.
Era muy consciente de la decisión que tomaba en aquel momento en el que dije que "sí". Quizá no podía imaginar todas las consecuencias pero estaba llena de ilusión por vivir nuevas aventuras.
Siempre he sido una soñadora que viajaba con la mente a otras ciudades y me imaginaba múltiples vidas dinstintas. Una ilusionada de vivir y de emocionarme, entregada a aquellos retos que me proponía y muy lejos de ser racional con mis sentimientos.
Siempre he escuchado eso de "te lo tomas demasiado a pecho, eres muy mal tomada, ya estás llorando.." y he pensado que quizá los demás tuvieran razón y de verdad "todo no fuera para tanto y yo tuviera un problema"
Nunca me había permitido fallar ni olvidar, siempre buscando alternativas por si las cosas salían mal.
Todo eso empezó a cambiar cuando la vida me fue poniendo a prueba, porque la vida es un viaje. Un viaje con muchas paradas en miradores, pero tú decides si simplemente te quedas mirando el paisaje o si usas el mapa para trazar el camino.
Empecé a soltar lastre y asumir que no todo se puede controlar, que no pasa nada por fallar y que llorar no es de cobardes, si no de valientes que sacan para fuera y se desahogan. Aprendí que yo soy como soy pero los demás también, que hay gente buena y gente no tan buena, que hay gente que se queda en el camino y gente que se suma a tu camino.
Empecé a creerme eso de que yo no tengo un problema, no todo pasa porque yo haya hecho algo... a veces las cosas simplemente pasan y no está en tu mano hacer nada por cambiarlas.
Me enseñaron a soltar lastre, a quitar piedras de la maleta y a vivir aceptándome a mí misma. Al fin y al cabo soy lo que tengo y tengo lo que soy.
Comencé a ver la vida con "filosofía molona" y buscando el lado bonito de las cosas, respetando los baches de la carretera y parando en los miradores a ver lo guapo y lo feo del paisaje.

Hoy puedo decir en voz alta que echo de menos mi tierra y que pienso en lo que pudo haber sido y no fue. Pero sigo guardando la ilusión de cuando me fui con mi maleta, mar adentro.
Hoy me prometo que no volveré a pasar por aquellas vivencias que me hicieron sentir inferior, que me hicieron sentir mal. Pero también sonrío pensando en lo valiente que me ha hecho todo aquello.
Hoy veo ese rincón donde se juntan la montaña y el mar y permito que la "morriña" me atrape con su manto.
Hoy me puedo mirar al espejo y decir que no pasa nada por sentir, por tomárselo a pecho y por vivir. Pero siempre recordando que no lo puedo controlar todo y respetando los momentos dentro Del Pozo porque sé que nada ni nadie me va a dejar allá abajo. Porque me conozco cada vez mejor y me respeto, porque después de la tormenta sé que siempre llega la calma.
Hoy sigo aprendiendo en cada paso de mi viaje y mantengo los ojos bien abiertos porque esto es una viaje pero no en línea recta...
Ahora la pregunta no es "¿qué he hecho mal para que no viajes conmigo?"  Ahora la pregunta es "¿qué haces tú para viajar conmigo?"

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